cristoreydigital@gmail.com 18 de octubre, 2016
Domingo 29 T.O.(C) ORAR (Otra Imagen de Dios)
A quienes tienen una mentalidad «moderna», en la que ya “no imaginamos” a Dios como un alguien que está «ahí afuera», y «ahí arriba» manejando los acontecimientos de este mundo, el sentido de la oración clásica de petición se nos ha ido transformando.
En un primer momento damos menos valor a la «oración de petición»: descubrimos su carácter «egoísta», y su intención de «utilizar a Dios»,(chantagearlo) «servirse» de él más que de “servirle”. Llega un momento en que asimilamos esta situación de estar en el mundo sin un «Dios tapa-agujeros» y, le vemos menos sentido a estar recurriendo a él a cada instante.
Vamos tratando de asumir este estar en el mundo «etsi Deus non daretur» (Grotius), “como si dios no existiera”. O, como dijo Bonhoeffer: nos sentimos «llamados a vivir ante Dios pero sin dios», es decir, «sin poder “echar mano de Él”»; «el Dios verdadero quiere que seamos adultos, que asumamos nuestra propia responsabilidad.»
La «oración» continúa teniendo sentido, obviamente, pero «otro sentido», que el de andar estableciendo *transacciones* («yo te doy para que tú me des») con el «dios de ahí arriba», que supuestamente, va a mejorarnos la salud;
también a facilitarnos alguna dificultad del camino removiendo los obstáculos. «La oración es otra cosa, es para otra finalidad, y sigue siendo bien necesaria, como la respiración, pero no sirve para remediar problemas ni hacer milagros». Por otra parte, «después de Copérnico y Newton, ya no hay milagros». Aunque, en el mundo de Einstein y de la física cuántica todo es un sorprendente milagro…
Con una «segunda ingenuidad», cabe permitirnos una “forma leve” (light) de oración de petición: “aquella forma de oración en la que sabemos que no pretendemos” realmente una «transacción» con Dios,”, menos chantajearlo, ni ponerlo de nuestro lado” (que en el fondo es querer influir a Dios, hacerle cambiar de actitud), sino simplemente “permitirnos expresar ante Dios y ante nosotros mismos nuestras inquietudes”.
Como un “desahogo personal”, con una forma «teísta» de «hablar con el Misterio», «como un modo de colocar nuestras preocupaciones en el contexto de la voluntad de Dios y de consolidar nuestra búsqueda de esa voluntad”.
Sobre la oración de petición y su necesaria reconsideración, ya se ha escrito mucho y probablemente lo hemos estudiado bien. Lo que nos toca ahora es irnos haciendo más y más consecuentes.
Adultos responsables, que tratan de vivir consecuentemente «ante Dios, sin Dios», “entregados totalmente a la causa”, apasionados, sin utilizar atajos fáciles. Como la viuda del evangelio, ¿soy una persona perseverante, convencida, que sabe lo que quiere y no vacila, que quiere lo que debe querer y en ello se realiza?
¿Sería yo capaz de pasar una situación difícil… sin pedirle a Dios que intervenga, aceptando lo que sé de qué Dios no es un tapa-agujeros para mis debilidades o de las dificultades que se me presentan en la vida? “A Dios rogando y con el mazo dando”: ¿es lo que hago yo?
* La viuda también representa a las personas sencillas del pueblo que, a pesar de su pequeñez e indefensión, “encuentran en su fe, fuerza para defender sus derechos, que son derechos de los pobres, y como tales, derechos de Dios”… ¿Cómo se podría leer la parábola en este sentido, en un tiempo como el que vivimos de “globalización” y de “mundialización del derecho”?Comentario